9 de septiembre de 2012

Brigadas Azules de Chidian (2ª parte)



LAS GUERRAS DE PRETXET

Pretxet es un mundo imperial de cierta importancia para el Imperio. Además de ser un cruce entre dos rutas comerciales, la región montañosa del este y la región agrícola del sur generan grandes cantidades de materia prima para las fábricas alrededor de la capital, que a su vez generan grandes cantidades de productos para el propio planeta y para muchos de los planetas del subsector.
En el 344.M41, Karibay Ianse hereda de su padre, Iansen "Manohierro", el gobierno de la conflictiva región este. La Asociación Minera, un grupo terrorista que reivindica los derechos de los mineros, vuelve a resurgir después de que dos siglos antes fuera aplastada por las FDP.
Los ataques se vuelven más fuertes y los mineros hacen huelgas. Karibay pide ayuda al Gobernador Planetario que envía a varios regimientos de las FDP. En ese momento se destapa la trama. Karibay había hecho pactos con el Caos muchos años atrás, y desde las sombras consiguió refundar la Asociación Minera. Además, había conseguido colocar a oficiales leales a él entre las FDP. Entonces se inició la guerra civil.
La sorpresa hizo que las tropas de Karibay llegaran en pocos meses a las capital planetaria que la puso en asedio. Y hubiese caído en poco tiempo si la Inquisidora Yarea no llevara años investigando al respecto. Yarea apareció con varios regimientos imperiales y liberó la capital. Durante dos años la guerra se extendió por todo el planeta, pero la llegada de nuevos refuerzos hizo que Karibay tuviera que replegarse a su región. Uno de esos regimientos de refuerzos fue la 1ª Brigada Azul "Guerreros de la lluvia" y con él el General Iokomo Qarlo veterano de muchas guerras en las Brigadas.
La región este es una zona escarpada fácil de defender para gente criada allí, con solo dos accesos, los amplios valles del norte y por el vasto pantano del sur. La guerra se dividió en dos frentes, uno por cada acceso. En el frente norte se colocó la mayoría de los regimientos, mientras que el frente sur quedó a manos de Qarlo quien le habían dado el mando del 4º Ejército de Liberación., para defender ese paso.
El Imperio atacó varias veces por el frente norte, pero el terreno estaba de parte de los mineros y cada asalto a la región era rechazado, muriendo cientos de guardias imperiales. En el último ataque, la Inquisidora Yarea murió enfrentándose a demonios invocados por Karibay, por lo que el
comandante Zarikov tomó el mando de la campaña y decidió pasar a un plan defensivo. Ambos bandos se fortificaron y se le asignó el Complejo Bunker 501 como cuartel general del 5º Ejército, una ciudadela fortificada sobre una colina en la linde del pantano.
Pasaron siete largos años y Qarlo mantuvo el orden marcial y el entrenamiento, ya que sabía que el ocio y la falta de práctica eran un enemigo peor que los mineros. Durante ese tiempo Qarlo se adaptó al Complejo como a su propia casa, se recorría todos los recovecos y almacenes del mismo o se iba a explorar los pantanos.
En esos siete años, la guerra se convirtió en costumbre, excepto algunos bombardeos esporádicos o pequeñas escaramuzas en la tierra de nadie, la guerra transcurrió tranquila, esperaron al ataque del otro. Hasta los mineros dejaron de codificar los mensajes, ya que solo trataban de cosas banales. Pero un día, un temblor sacudió medio planeta. Dos días más tarde las comunicaciones enemigas se redujeron y se volvieron a codificar. Qarlo puso en alerta al 4º Ejército y se preparó para algo. Una semana después, una noche, animales de los pantanos pasaron huyendo alrededor del Complejo 501, mientras que las comunicaciones enemigas eran erráticas y extrañas. Hasta que al llegar el amanecer se hizo el silencio. Qarlo mandó un informe al cuarte general que fue enseguida desestimado, así que ordenó a grupos de exploradores. Todos volvieron informando que los puestos avanzados del enemigo estaban vacios.
El primer ataque vino dos días después, falanges de esqueletos mecánicos salieron de la espesura y chocaron contra el Complejo 501, que estaba preparado para cualquier cosa. Los necrones eran guerreros difíciles de abatir y cuando caían se volvían a reparan al rato, pero el ingenio de Qarlo salvó la situación. Mandó hacer una barrera de artillería en los alrededores del Complejo 501, las explosiones removieron la tierra convirtiéndola en lodazales que frenaba el avance de los necrones y los convertía en blancos fáciles.
Después de varias horas de lucha, los necrones se desintegraron. Informes del frente norte decían que el Imperio había soportado el ataque con grandes bajas y fortificaciones destruidas. Zarikov dio la orden expresa de que todas las unidades aguantaran la línea y siguieran con la defensa. Pero Qarlo sabía que no soportarían un segundo ataque así que mandó desplegar a sus hombres dentro del pantano, donde sabia que tendría más posibilidades de aguantar.
El segundo ataque llegó dos días después. Los Sentinel y los lanzamisiles escondidos, cogieron en fuego cruzado a las Arcas Fantasma mientras que los Destructores eran cazados por los Vendetta. Obligados a moverse por el barro, los pesados necrones se hundían en los lodazales sin ninguna posibilidad de escape, aquellos necrones que escapaban del barro caían en emboscadas donde los rifles de fusión y los cañones láser les hacían enormes agujeros. En unas horas los necrones supervivientes desaparecieron, pero llegó la noticia que el frente norte había caído y el Imperio estaba en franca retirada.
Qarlos mandó a todo el 5º Ejército a que se replegaran en las fortificaciones mientras que él y la 1ª Brigada avanzarían sigilosamente. Entre sus veteranos había metido a un servidor de carga con una pesada y mohosa caja que había cogido de los almacenes del Complejo 501.
Cuando llegaron a las defensas de los mineros, se encontraron entre los restos a un superviviente, un joven minero que les contó que Karibay estaba preparando un ataque con máquinas demoniacas, pero para eso necesitaba mucho mineral, en una de las minas más profundas llegaron a hasta una extraña puerta enterrada llena de jeroglíficos, cuando la intentaron abrir con cortadores de fusión la puerta se abrió sola y vomitó una legión de robots. En pocos días, los necrones habían acabado con todos los mineros de los alrededores, incluso el propio Karibay había muerto. Con reticencia, Qarlo y a sus hombres dejaron que el minero les ayudase a llegar hasta la mina por caminos secundarios que los necrones no conocían. Desde allí vieron pasar la tercera oleada de guerreros plateados que se dirigían a machacar las últimas fuerzas imperiales.
Varias semanas más tarde llegaron al complejo minero, pero fueron detectados por las Arañas que guardaban el lugar. En poco tiempo se formó un ejército necrón a la puerta de la mina y otro en la base de la montaña que subía para ayudar. La Brigada se encontraba rodeado, luchando como podía entre las rocas.
Pero al igual que su guía, había cientos de de mineros supervivientes sin saber que hacer, escondidos entre las montañas, muchos de ellos arrepentidos de dar la espalda al Emperador. Días atrás encontraron algo de esperanza cuando vieron a los imperiales moverse entre las montañas. Al ver a la Brigada atrapada, se lanzaron desde las montañas con explosivos al cuerpo con el afán de ayudar y morir para buscar su redención. Unos se lanzaban sobre las Arañas y demás necrones de las minas, en un abrazo mortal. Otros mineros se lanzaban ladera abajo explotando por el camino y provocando enormes avalanchas que enterraron el ejército necrón que subía. Qarlo y la Brigada, aprovecharon la situación para entrar dentro de la mina. Se fueron abriendo paso hasta llegar hasta la puerta de la tumba. La lucha en el interior fue salvaje, los soldados se agrupaban junto a los rifles de fusión que abrían enormes agujeros a los necrones. Pero más de la mitad del regimiento perdió la vida en esos combates.
Cuando llegaron a las puertas, los necrones dejaron de luchar y las puertas de la tumba se abrieron de par en par. Qarlo dio la orden de abandonar la mina mientras él y su escolta entraron dentro. Las puertas se le abrían a su paso hasta llegar a una enorme cámara. El líder necrón, con aire de autosuficiencia, se levantó de su trono y retó a duelo a Qarlo, un honor que el Líder le había concedido por haberle estropeado parte de sus planes.
Aunque Qarlo era un buen luchador, no era rival para un ser que había combatido durante millones de años, así que cuando el Líder se aburrió de combatir hirió de muerte a Qarlo y luego mató a los veteranos de su escolta para entretenerse. Pero no reparó en el servidor con la gran caja que les acompañaba. Un ser sin cerebro que merecía la misma atención que cualquier objeto inanimado. Qarlo en su último aliento, después de ver como sus hombres eran masacrados sin contemplaciones, sacó un detonador y lo pulsó. Las caja contenía un explosivo termonuclear almacenado en el sótano del Complejo 501 desde hace siglos y que llevó consigo en el caso de que todo fallase. El Líder necrón se dio cuenta de su error al dejar entrar a esos humanos un picosegundo antes de que la explosión lo volatilizase.
La explosión fue devastadora. Toda la tumba se fundió en un instante. La montaña se hundió sobre sí misma. Todos los necrones de la superficie, de pronto se quedaron parados y desparecieron para siempre.
La región este fue purgada por el Imperio y aunque tardará años en recuperarse, el planeta está poco a poco volviendo a la normalidad. El envidioso comandante Zarikov hizo lo posible para que Qarlo y sus hombres no recibieran ninguna condecoración, debido a que había desobedecido una orden suya y había actuado por su cuenta, además de por haberse aliado a con mineros impíos. No obstante, tanto en Chidian como en Pretxet, siguen siendo recordados y sus actos festejados todos los años.

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