LAS GUERRAS DE PRETXET
Pretxet es un mundo imperial de cierta importancia para
el Imperio. Además de ser un cruce entre dos rutas comerciales, la región
montañosa del este y la región agrícola del sur generan grandes cantidades de
materia prima para las fábricas alrededor de la capital, que a su vez generan
grandes cantidades de productos para el propio planeta y para muchos de los
planetas del subsector.
En el 344.M41, Karibay Ianse hereda de su padre, Iansen
"Manohierro", el gobierno de la conflictiva región este. La
Asociación Minera, un grupo terrorista que reivindica los derechos de los
mineros, vuelve a resurgir después de que dos siglos antes fuera aplastada por
las FDP.
Los ataques se vuelven más fuertes y los mineros hacen
huelgas. Karibay pide ayuda al Gobernador Planetario que envía a varios
regimientos de las FDP. En ese momento se destapa la trama. Karibay había hecho
pactos con el Caos muchos años atrás, y desde las sombras consiguió refundar la
Asociación Minera. Además, había conseguido colocar a oficiales leales a él
entre las FDP. Entonces se inició la guerra civil.
La sorpresa hizo que las tropas de Karibay llegaran en
pocos meses a las capital planetaria que la puso en asedio. Y hubiese caído en
poco tiempo si la Inquisidora Yarea no llevara años investigando al respecto.
Yarea apareció con varios regimientos imperiales y liberó la capital. Durante
dos años la guerra se extendió por todo el planeta, pero la llegada de nuevos
refuerzos hizo que Karibay tuviera que replegarse a su región. Uno de esos
regimientos de refuerzos fue la 1ª Brigada Azul "Guerreros de la
lluvia" y con él el General Iokomo Qarlo veterano de muchas guerras en las
Brigadas.
La región este es una zona escarpada fácil de defender
para gente criada allí, con solo dos accesos, los amplios valles del norte y
por el vasto pantano del sur. La guerra se dividió en dos frentes, uno por cada
acceso. En el frente norte se colocó la mayoría de los regimientos, mientras
que el frente sur quedó a manos de Qarlo quien le habían dado el mando del 4º
Ejército de Liberación., para defender ese paso.
El Imperio atacó varias veces por el frente norte, pero
el terreno estaba de parte de los mineros y cada asalto a la región era
rechazado, muriendo cientos de guardias imperiales. En el último ataque, la
Inquisidora Yarea murió enfrentándose a demonios invocados por Karibay, por lo
que el
comandante Zarikov tomó el mando de la campaña y decidió
pasar a un plan defensivo. Ambos bandos se fortificaron y se le asignó el
Complejo Bunker 501 como cuartel general del 5º Ejército, una ciudadela
fortificada sobre una colina en la linde del pantano.
Pasaron siete largos años y Qarlo mantuvo el orden
marcial y el entrenamiento, ya que sabía que el ocio y la falta de práctica
eran un enemigo peor que los mineros. Durante ese tiempo Qarlo se adaptó al
Complejo como a su propia casa, se recorría todos los recovecos y almacenes del
mismo o se iba a explorar los pantanos.
En esos siete años, la guerra se convirtió en costumbre,
excepto algunos bombardeos esporádicos o pequeñas escaramuzas en la tierra de
nadie, la guerra transcurrió tranquila, esperaron al ataque del otro. Hasta los
mineros dejaron de codificar los mensajes, ya que solo trataban de cosas
banales. Pero un día, un temblor sacudió medio planeta. Dos días más tarde las
comunicaciones enemigas se redujeron y se volvieron a codificar. Qarlo puso en
alerta al 4º Ejército y se preparó para algo. Una semana después, una noche,
animales de los pantanos pasaron huyendo alrededor del Complejo 501, mientras que
las comunicaciones enemigas eran erráticas y extrañas. Hasta que al llegar el
amanecer se hizo el silencio. Qarlo mandó un informe al cuarte general que fue
enseguida desestimado, así que ordenó a grupos de exploradores. Todos volvieron
informando que los puestos avanzados del enemigo estaban vacios.
El primer ataque vino dos días después, falanges de
esqueletos mecánicos salieron de la espesura y chocaron contra el Complejo 501,
que estaba preparado para cualquier cosa. Los necrones eran guerreros difíciles
de abatir y cuando caían se volvían a reparan al rato, pero el ingenio de Qarlo
salvó la situación. Mandó hacer una barrera de artillería en los alrededores
del Complejo 501, las explosiones removieron la tierra convirtiéndola en
lodazales que frenaba el avance de los necrones y los convertía en blancos
fáciles.
Después de varias horas de lucha, los necrones se
desintegraron. Informes del frente norte decían que el Imperio había soportado
el ataque con grandes bajas y fortificaciones destruidas. Zarikov dio la orden
expresa de que todas las unidades aguantaran la línea y siguieran con la
defensa. Pero Qarlo sabía que no soportarían un segundo ataque así que mandó
desplegar a sus hombres dentro del pantano, donde sabia que tendría más
posibilidades de aguantar.
El segundo ataque llegó dos días después. Los Sentinel y
los lanzamisiles escondidos, cogieron en fuego cruzado a las Arcas Fantasma
mientras que los Destructores eran cazados por los Vendetta. Obligados a
moverse por el barro, los pesados necrones se hundían en los lodazales sin
ninguna posibilidad de escape, aquellos necrones que escapaban del barro caían
en emboscadas donde los rifles de fusión y los cañones láser les hacían enormes
agujeros. En unas horas los necrones supervivientes desaparecieron, pero llegó
la noticia que el frente norte había caído y el Imperio estaba en franca
retirada.
Qarlos mandó a todo el 5º Ejército a que se replegaran en
las fortificaciones mientras que él y la 1ª Brigada avanzarían sigilosamente.
Entre sus veteranos había metido a un servidor de carga con una pesada y mohosa
caja que había cogido de los almacenes del Complejo 501.
Cuando llegaron a las defensas de los mineros, se
encontraron entre los restos a un superviviente, un joven minero que les contó
que Karibay estaba preparando un ataque con máquinas demoniacas, pero para eso
necesitaba mucho mineral, en una de las minas más profundas llegaron a hasta
una extraña puerta enterrada llena de jeroglíficos, cuando la intentaron abrir
con cortadores de fusión la puerta se abrió sola y vomitó una legión de robots.
En pocos días, los necrones habían acabado con todos los mineros de los
alrededores, incluso el propio Karibay había muerto. Con reticencia, Qarlo y a
sus hombres dejaron que el minero les ayudase a llegar hasta la mina por
caminos secundarios que los necrones no conocían. Desde allí vieron pasar la
tercera oleada de guerreros plateados que se dirigían a machacar las últimas
fuerzas imperiales.
Varias semanas más tarde llegaron al complejo minero,
pero fueron detectados por las Arañas que guardaban el lugar. En poco tiempo se
formó un ejército necrón a la puerta de la mina y otro en la base de la montaña
que subía para ayudar. La Brigada se encontraba rodeado, luchando como podía
entre las rocas.
Pero al igual que su guía, había cientos de de mineros
supervivientes sin saber que hacer, escondidos entre las montañas, muchos de
ellos arrepentidos de dar la espalda al Emperador. Días atrás encontraron algo
de esperanza cuando vieron a los imperiales moverse entre las montañas. Al ver
a la Brigada atrapada, se lanzaron desde las montañas con explosivos al cuerpo
con el afán de ayudar y morir para buscar su redención. Unos se lanzaban sobre
las Arañas y demás necrones de las minas, en un abrazo mortal. Otros mineros se
lanzaban ladera abajo explotando por el camino y provocando enormes avalanchas
que enterraron el ejército necrón que subía. Qarlo y la Brigada, aprovecharon
la situación para entrar dentro de la mina. Se fueron abriendo paso hasta
llegar hasta la puerta de la tumba. La lucha en el interior fue salvaje, los
soldados se agrupaban junto a los rifles de fusión que abrían enormes agujeros
a los necrones. Pero más de la mitad del regimiento perdió la vida en esos
combates.
Cuando llegaron a las puertas, los necrones dejaron
de luchar y las puertas de la tumba se abrieron de par en par. Qarlo dio la
orden de abandonar la mina mientras él y su escolta entraron dentro. Las
puertas se le abrían a su paso hasta llegar a una enorme cámara. El líder
necrón, con aire de autosuficiencia, se levantó de su trono y retó a duelo a
Qarlo, un honor que el Líder le había concedido por haberle estropeado parte de
sus planes.
Aunque Qarlo era un buen luchador, no era rival para
un ser que había combatido durante millones de años, así que cuando el Líder se
aburrió de combatir hirió de muerte a Qarlo y luego mató a los veteranos de su
escolta para entretenerse. Pero no reparó en el servidor con la gran caja que
les acompañaba. Un ser sin cerebro que merecía la misma atención que cualquier
objeto inanimado. Qarlo en su último aliento, después de ver como sus hombres
eran masacrados sin contemplaciones, sacó un detonador y lo pulsó. Las caja
contenía un explosivo termonuclear almacenado en el sótano del Complejo 501
desde hace siglos y que llevó consigo en el caso de que todo fallase. El Líder
necrón se dio cuenta de su error al dejar entrar a esos humanos un picosegundo
antes de que la explosión lo volatilizase.
La explosión fue devastadora. Toda la tumba se
fundió en un instante. La montaña se hundió sobre sí misma. Todos los necrones
de la superficie, de pronto se quedaron parados y desparecieron para siempre.
La región este fue purgada por el Imperio y aunque
tardará años en recuperarse, el planeta está poco a poco volviendo a la normalidad.
El envidioso comandante Zarikov hizo lo posible para que Qarlo y sus hombres no
recibieran ninguna condecoración, debido a que había desobedecido una orden
suya y había actuado por su cuenta, además de por haberse aliado a con mineros
impíos. No obstante, tanto en Chidian como en Pretxet, siguen siendo recordados
y sus actos festejados todos los años.
Jejeje, necrones, qué grande!!
ResponderEliminarMe ha encantado, sí señor!