Hoy voy a hablar de un
clásico juego de mesa (creado en los años 40, como el Scrabble), que muchos de
vosotros habéis oído hablar (y si no os lo cuento ahora) y que yo he
descubierto hace muy poco tiempo.
El juego es para 2 a 4
jugadores. Está formado por 8 series de fichas numeradas del 1 al 13 y
coloradas con cuatro colores distintos, además de dos comodines.
Cada jugador dispone
de un soporte similar al del Scrabble. Se colocan todas las fichas boja abajo y
cada jugador coge 14 fichas al azar y las coloca en su soporte.
Para iniciar el juego,
el jugador tiene que sacar una o varias combinaciones que sumen 30, si no le
tocara robar ficha y pasar turno. Hasta que no inicie el juego no puede hacer
otra cosa.
Una vez iniciado el
jugador podrá aportar fichas creando series (3 o 4 fichas del mismo número pero
distintos color, por ejemplo 5-rojo, 5-verde, 5 azul) y escaleras (3 o más
fichas con números consecutivos y del mismo color, por ejemplo 3, 4, 5, 6 de
color azul).
El jugador tiene mucha
liberta: puede crear series y/o escaleras nuevas, ampliar las ya hechas,
modificarlas, unir o romper varias, crear nuevas con las fichas de otras
viejas... siempre y cuando haya 3 fichas emparejadas. Puedes hacer el numero de
cambios y aportaciones que quieras, el único límite es un minuto de tiempo por
turno.
Además, los comodines
cuentan como cualquier ficha. Si un jugador tiene la ficha que representa al
comodín podrá sustituirlo y quedarse con él siempre y cuando lo use en ese mismo
turno.
He de decir que al
principio es sencillo, pero cuando hay unas cuantas series y escaleras te
acabas saturando, pero también se te abren múltiples opciones para quitarte de
encima varias fichas. En esos momentos te arriesgas haciendo varios cambios en la
mesa, pero a veces la mente te juega malas pasadas y te encuentras con fichas
desemparejadas, entonces si no te acuerdas de los cambios que has hechos te
toca robar 3 fichas más (¡por listo!).
El objetivo es simple:
quedarse sin fichas en el soporte y gritar: ¡Rummikub! Una vez ganada la ronda
los otros jugadores contabilizan el valor de las fichas en sus suportes como
puntos negativos; el ganador suma todos eso puntos como positivos. Así el
ganador del juego será quien más puntos positivos tenga al final de todas las
rondas jugadas.
Lo dicho, juego clásico.
Rápido, sencillo y para toda la familia. Para jugarlo en un rato, aunque da
lugar a piques. Recomendable para todo tipo de públicos.
Es un juego muy entretenido e interesante
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