10 de julio de 2012

Falange de Ácido de Occidha (2ª Parte)


Siguiendo con la entrada anterior, con el trasfondo solía acompañar algo que lo reforzara, normalmente un relato como este:

Una escuadra de soldados de la Corporación Obrera Xared abría la marcha indicando al teniente Vegarta el camino hacia el palacio de la Eclesiarquía. La calle entera estaba en ruinas. Vegarta miró su indicador de muñeca que le reveló que el aire exterior era completamente irrespirable. De pronto un misil disparado por una ventana impactó de lleno en la oruga del TBT Chimera mientras que varios rebeldes disparaban sus láseres por las ventanas matando a varios corporativos. Los Occidhanos se pusieron a cubierto para responder al fuego enemigo. La torreta del Chimera abrió varios agujeros en la demacrada fachada pero el rebelde con lanzamisiles ya había cambiado de posición. Vegarta, apoyado en la puerta del TBT, vio que ni él ni los suyos podrían salir de sus posiciones. Cogió la radio y pidió fuego de artillería. El caos acababa de estallar, el aire estaba cargado de impactos láser que iban y venían. Otro misil cayó a medio metro de la oruga del Chimera. Vegarta colgó la radio y dio las ultimas ordenes a sus sargentos. Puso un cargador nuevo a su pistola bolter y rezó al Emperador para que le diera una señal. Y llegó. Un fuerte silbido  precedió a una potente explosión a varios metros por delante del Chimera. Una inmensa nube cubrió toda la calle y cada una de las escuadras de Occidhanos entró en cada uno de los edificios colindantes. Vegarta con su escuadra de mando y la 1ª escuadra entraron en una tienda con acceso a las escaleras del edificio. Subieron a la primer piso, la 1ª siguió subiendo. El humo se disipó y los rebeldes se pusieron a dispara a los pobre corporativos parapetados en el TBT, pero las Falanges ya no estaban allí, estaban detrás abriendo fuego y sembrado la confusión entre los rebeldes. Después de la pequeña masacre se hizo el silencio, los rebeldes se replegaron y se prepararon para el combate dentro de los malogrados edificios llenos de agujeros y muebles destartalados.
A Vegarta le recordó a sus años de joven pandillero, cuando combatía contra las bandas rivales en angostos túneles llenos de mugre y peligros. Dejó a un lado los entrañables recuerdos, podía oír los disparos procedentes del piso superior y ver las ráfagas que cruzaban las ventanas del edificio de enfrente, la 3ª escuadra estaba haciendo su trabajo. De pronto vio como un lanzamisiles caía de la planta de arriba junto con un cadáver acribillado, los corporativos empezaron a gritar de jubilo. Se apoyó al lado de un agujero practicado en la pared, se asomó disparando contra los rebeldes, sus disparos atravesaron una barricada hecha con muebles matando a un rebelde. Entonces, Malias, un hombretón de su escuadra de mando se asomó con su lanzallamas, el cuartucho se convirtió en un infierno. Habitación por habitación, la pequeña escuadra de mando fue limpiando el edificio. Agazapado en otra pared, de pronto un montón de casquillos de bolter pesado le cayeron encima por un agujero en el techo: parecía que el arma pesada de la 1ª había encontrado un buen lugar donde disparar. No llegó a asomarse por el vano de la puerta para descargar una ráfaga de pistola cuando la pared explotó en pedazos. El humo no dejaba ver nada. Actuó instintivamente cuando del nuevo agujero en la pared surgieron unos cuantos rebeldes, disparó una ráfaga mortal antes de cargar, luego bloqueó una bayoneta con su espada de energía y propinó un tiro a bocajarro al dueño de la bayoneta. El radio de su escuadra cayó con el pecho reventado. Kuzar, el viejo veterano, repartía muerte con su demacrada escopeta de combate, que según decía había cogido del cadáver de un Explorador Marine Espacial. El agujero dejó de vomitar rebeldes cuando los chicos de la 1ª, aprovechando los agujeros del techo, crearon una cortina de fuego. La lucha acabó cuando Vegarta partió en dos al ultimo rebelde como si fuese mantequilla. Su escuadra estaba ahora formada por tres hombres, el pobre Malias yacía muerto entre cuerpos de rebeldes. El resto fue sencillo, quedaban pocos rebeldes que huyeron como ratas. La emboscada había salido mala los rebeldes y ahora tenían vía libre para llegar a la Plaza del Emperador.

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