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21 de noviembre de 2012

Los Guerreros del Dragón (Relato)



- ¡Sensei! ¡Sensei! - Ryou gritó a su sargento para que se apartara del fuego enemigo. El sargento Shouta salió de su trance y se parapetó detrás de un árbol. Para Ryou, Hyraku Shouta era el sargento de su escuadra de Shinobis pero también era el maestro que le había introducido en el Capítulo. Lo consideraba uno de los mejores guerreros y el más capaz, pero se sorprendió al ver como su cara palidecía cuando los kroot los rodearon.
Les habían enviado a esa espesa jungla para emboscar a los kroot cuando cruzasen por ese paso entre montañas. Los informes hablaban de entre quince o veinte, pero después de emboscar a una docena se habían encontrado con una tribu entera rodeándoles. Ryou voló los sesos a otro kroot, mientras a su lado el corpulento Shun disparaba ráfagas cortas de bolter pesado. Saburo estaba escondido en una copa de un árbol con su rifle de francotirador mientras que el resto de la unidad estaban agazapados unos metros por detrás. Los otros tres miembros de la escuadra estaban defendiendo otras posiciones a sus espaldas.
Ryou se dio cuenta enseguida de la reacción de su sargento. Once años atrás, el clan se había enfrentado a los Tau por primera vez. Para él fue una batalla memorable porque demostró su valía y pasó a ser considerado Marine Espacial. Pero para Shouta no. Shouta era un sargento veterano que había recibido la orden de dirigir a dos escuadras de seis hombres cada una, por los bosques del flanco derecho. Al inicio de la batalla se toparon con una tribu de kroots que los rodearon. La lucha fue brutal y cada vida marine se hizo pagar muy cara. Los kroot derrotaron a las dos escuadras, pero tuvieron que retirarse cuando el ejército Tau cayó. Cuando las fuerzas imperiales llegaron al bosque descubrieron que Shouta era el único superviviente, atrapado debajo del cadáver de un Gran Knarlock y rodeado de un centenar de cuerpos kroot. Shouta no pudo soportar tal derrota y la muerte de doce hombres, y decidió hacerse Ronin. Pero el Daimio, compañero de aprendizaje, no se lo permitió por ser alguien muy valioso para el clan, pero le permitió convertirse en Shinobi. Ryou, siguió a su maestro haciéndose Shinobi igualmente.
La historia se estaba repitiendo. Ryou miró a su maestro fugazmente mientras seguía disparando a los kroot. La cara de Shouta cambió y un extraño brillo apareció en sus ojos. Se levantó mientras daba la orden de alto el fuego, y se encaminó hacia el claro que había delante de ellos. Tiró la pistola bolter y se colocó con una rodilla en el suelo y el torso inclinado, apoyado sobre la espada enfundada. Los kroot dispararon a su alrededor y se mantuvieron a la expectativa. Luego tres de ellos se fueron acercando y se situaron uno al frente y dos a cada lado, emitiendo extraños graznidos y sin parar de apuntarle. El de su derecha acarró la espada por su funda para quitársela, pero entonces todo sucedió en milésimas de segundo. Shouta se levanto y liberó la espada en un movimiento oblicuo ascendente, cortando las piernas del kroot de adelante y el abdomen del de su izquierda y con el movimiento de vuelta atravesó la cabeza del kroot de su derecha que todavía tenía la funda en sus manos. Incluso para Ryou todo sucedió demasiado deprisa. Cuando los kroot empezaron a reaccionar, Shouta ya había cruzado el claro alejándose de su escuadra.
Al borde del claro un kroot levantó su arma, pero el marine golpeó el rifle desviando el disparo y de vuelta le decapitó. Siguió corriendo metiéndose en la espesura, moviéndose corriendo como nunca lo había hecho. Los kroot dispararon pero la densa selva le protegía. Otro kroot le hizo frente, Shouta le segó una pierna mientras pasaba a su lado sin pararse. Un mastín kroot salido de su derecha le saltó al cuello pero el marine hizo un giro con su espada y lo cortó en dos. Más disparos procedentes de la izquierda, uno le rozó el muslo y otro impactó sobre la hombrera, haciéndole un pequeño agujero, pero la mayoría cruzaron el aire.
Cortó una rama y la cogió con la mano izquierda. Un kroot se tiró encima de él, paró las cuchillas del cañón del rifle con la rama mientras decapitaba al kroot con la espada. Oyó el ruido que hacían otros dos mastines corriendo detrás de él. Eran más rápidos y se acercaron en pocos segundos. Cuando saltaron para morderlo, el sargento hizo un giro en el aire y los mató.
Otros dos kroot se enfrentaron a él. El primero consiguió impactarle haciéndole trastabillar y dañando su magullado pectoral. El marine a su vez le lanzó el trozo de rama que le impactó en la cabeza, dejándolo ligeramente aturdido. Cuando llegó donde estaban los kroot, se enfrentó al segundo bloqueándole su arma mientras le propinaba una brutal patada que le hizo crujir la rodilla, arrojándolo al suelo.
Hizo girar su espada en la mano derecha haciendo que la punta sobresaliera por detrás de la axila, mientras agarraba con la izquierda el cañón del rifle kroot, ya repuesto del golpe de rama, haciendo que sus disparos salieran en todas direcciones. Sin soltar el cañón, Shouta giró impactando con su espalda en el pecho de kroot, clavándole su espada. Hizo girar su espada en el pecho del kroot y por el dolor, éste se convulsión, disparando su rifle. El marine dirigió el arma al segundo kroot que se acababa de levantar y se preparaba para atacar, pero con grandes agujeros en todo su cuerpo volvió al suelo. El sargento soltó el arma y a su dueño y siguió corriendo bosque atreves.
Oyó los disparos de un cañón kroot, al poco pudo ver en una zona menos espesa a dos krootox con el suelo enfangado. Shouta corrió en zigzag para esquivar los impactos que reventaban arboles a su alrededor. Siguió corriendo hasta que se acercó mucho a los krootox, si tiró al suelo y empezó a deslizarse por el fango, pasó al lado del primer krotox soltando una granada y debajo del segundo mientras cortaba el arnés del krootox con un ágil movimiento de espada. Cuando salió debajo del segundo krootox, su impulso acabó y se puso de pie, otra vez a correr, dando la espalda a los krootox. Cuando el segundo artillero kroot le apuntó, salió despedido por el retroceso del cañón sin arnés, rompiéndose varios huesos; cuando el primer artillero kroot lo apuntó la granada explotó matando al krootox.
Un kroot despistado ni lo vio venir, alzó el arma tarde y Shouta le cortó ambos brazo a la altura del codo. Entonces el marine llegó a un claro, donde vio a su objetivo: el líder de los kroot. Era un kroot grande, de piel curtida por el tiempo, lleno de cicatrices, llevaba una capa hecha de cachos de distintas pieles, en la mano un rifle kroot con una culata muy larga que le servía de bastón, con las tradiciones cuchillas al final y al principio.
Al entrar en el claro, cinco kroot salieron de la espesura y lo rodearon. El gran kroot chilló y los cinco se lanzaron contra el marine en una danza mortal. Cada golpe era desviado por la espada, aunque algunos rozaron a Shouta. Un kroot se acercó demasiado para dar un golpe certero y fue abierto en canal por la espada del sargento que aprovecho el hueco para salir del circulo de kroot. Luego pasó al lado de otro, se gachó para desviar su golpe a la cabeza y le segó las dos piernas por las rodillas. Paró un golpe y decapitó a otro. Solo quedaban dos que se colocaron juntos para apoyarse. Ambos hicieron una serie de ataques muy bien coordinados que hicieron que el marine retrocediera. Shouta iba parando los golpes como podía mientras cedía terreno rápidamente, de seguir así pronto los kroot encontraría un hueco donde herirle. Pero en un momento determinado uno de los kroot enredó su arma con una liana: Shouta había cedido tanto terreno que habían entrado sin darse cuenta en el espeso bosque. El sargento se echó para atras satisfecho y volvió atacar aprovechando que los rifles kroot eran armas más grandes que su espada y se enredaban en la maleza. Cargó contra el primer kroot, metiéndose debajo de su guardia y clavándole la espada en el abdomen hasta la guarda. La brutal carga empujó al kroot dentro del claro, pero se llevó con él la espada. Shouta se encaró contra el segundo, esquivando sus golpes, hasta que agarro su rifle y soltó al xenos una retahíla de ataques con el dorso de su enguantada mano. El kroot soltó su rifle y el sargento lo giró hasta clavarle las cuchillas en la sien.
Volvió a entrar en el claro, el kroot seguí sorprendido, de pie, con la espada sobresaliendo. La sacó con un ruido de succión y se dio la vuelta para encararse al gran kroot, que segúia al otro lado de claro, sin inmutarse. El kroot sin piernas le agarró un pie y Shouta dejó caer la punta de la espada atravesando su cabeza sin dejar de mirar al líder kroot. Ambos se miraban. A su espalda el kroot mal herido cayó de rodillas sangrando por el enorme agujero del abdomen. El líder se quitó la capa hecha de pieles y agarró su arma con dos manos. El kroot mal herido expiró y cayó de bruces, en ese instante ambos contendientes asaltaron el uno al otro.
El líder no era tan rápido ni tan fuerte como un marine, pero su técnica y su experiencia le hacía ser un rival a tener en cuenta. La pelea entre ambos fue brutal. El anciano kroot había visto pelear al marine y había visto sus puntos débiles y fuertes y los aprovechó en su beneficio. Paró un golpe de espada y golpeó a Shouta en la hombrera, terminándola de resquebrajar. Todo ataque de Shouta le seguía un contraataque del kroot, que a veces impactaba en su armadura de explorador. El líder paró otra estocada e hizo un barrido que casi hizo caer a Shouta, entonces el kroot golpeó lateral izquierdo de su abdomen clavándole las cuchillas profundamente. El marine ignoró la oleada de dolor que hubiese dejado inconsciente a un humano normal y aprovechó que el arma del enemigo estaba clavada en él para atravesar la pierna del kroot. Ambos se separaron y se quedaron un rato mirando. Shouta perdía mucha sangre pero su anatomía marine le ayudo a sobreponerse con una dosis de drogas. El sargento atacó al viejo kroot y utilizo su cojera como ventaja. Esquivaba los ataques del kroot moviendo fuera de su radio, y aun así, el kroot impactó varias veces al marine. Shouta recopiló fuerzas e hizo atacó al líder mientras giraba a su alrededor, así que vio un hueco y atravesó el hombro izquierdo del kroot. Éste respondió con un brutal impacto que echó al marine hacia atrás.
Se volvieron a mirar. El líder kroot, con una herida en la pierna y otra en el hombro estaba perdido. Lo decía su mirada. Hizo una carga desesperada contra el marine y este contraatacó. Shouta hizo un movimiento rápido y esquivó el arma del viejo xenos. Se paró unos metros más adelante y se quedó escuchando: unos segundos más tarde oyó como caían las dos mitades en las qque había cortado al lider kroot. En ese momento, su metabolismo de marine no pudo más y cayó al suelo.
No sabía cuánto tiempo había transcurrido, pero los disparos se empezaron a oír cerca, varios kroot cruzaron el claro huyendo despavoridos. Disparos de pistola bolter abatieron a algunos de ellos. Ryou entró en el claro, con la pistola en una mano y la ensangrentada espada en otro y corrió hacia su maestro. El resto de los Shinobis habían aprovechado el desconcierto que había provocado su sargento para abrirse un hueco entre los kroot. Eso y que habían dejado de recibir señales de su líder, había hecho que la tribu huyera en desbandada. Shouta se puso de rodillas, con expresión de alivio en la cara. Estaba muy herido, pero una vez más viviría para seguir dirigiendo a su escuadra.

15 de agosto de 2012

Legiones de Hasppen (relato)


El sargento Zareck se dejó caer detrás de varios troncos caído, después de una carrera entre el zumbido de la munición Tau. A ambos lados llegaron T. Van Saar de Necromunda y “Salvaje” de Kfrak III. Los alrededores estaba sembrado de cadáveres de humanos, Taus y Kroots de combates anteriores, la primera y segunda escuadra habían sido aniquiladas, pero redujeron a los Tau a menos de una docena de guerreros fortificados detrás de un parapeto. Tenía que llegar al parapeto como fuese. Ese era lo que le aguardaba a los integrantes de una escuadra penal como la suya, un asalto suicida para entretener a las tropas enemigas mientras la Guardia Imperial realizaba el verdadero ataque por el norte. Darran y Vhes llegaron detrás de una armadura de combate Tau con el pecho reventado, pero Cauai de Chidian cayó antes de llegar; esos malditos xenos habían cazado ya a tres miembros de su escuadra.

Zareck hizo una ráfaga con su pistola bolter y se escondió a la vez que la munición de inducción levantaba una nube de astillas y serrín. T. Se asomó y disparó varias veces antes de que un impacto directo esparciera sus sesos al aire. Su lugar lo ocupo Tarazanus de Tridef Alfa con el cuerpo cubierto de granadas y cargas de demolición y una sonrisa de demente. A Zareck no le inspiraba ninguna confianza; en realidad ninguno de los componentes de su escuadra se lo inspiraban, estaban llenos de maniacos, ladrones y traficantes sin escrúpulos, pero los necesitaba a todos en ese momento, escoria como él mismo, que habían cometido el error más grande: dejarse cazar y vivir para estar allí.

Zareck procedía de un planeta industrial controlado por el Adeptus Mechanicus. Mantenía su equipo en buen estado y lo mejoraba siempre que podía, como su radio. Podía oír todas las comunicaciones a lo largo del frente y las noticias no eran muy alentadoras. El segundo pelotón había sido aniquilado al completo. El cuarto y el primero no podía avanzar ante el fuego enemigo y la gran cantidad de bajas. Solo el segundo estaba a punto de tomar el bunker tau que se les había asignado como objetivo. Y los refuerzos formados por la tercera compañía se estaban retrasando.

Vhes se arrastró para alcanzarle a Darran un par de cargadores de bolter pesado del cadáver de Cauai mientras trozos de tierra eran levantados a su alrededor por el enemigo. A su lado Salvaje parecía tranquilo gracias a su collar de supresión que mitigaba su furia de combate: no era de utilidad si al menor descuido se lanzaba encima del enemigo. Zareck hecho un rápido vistazo para confeccionar un plan y dar las ordenes al resto. Tarazanus lanzó una de sus granadas de humo por el camino que iban a recorrer mientras que Darran disparó una ráfaga de bolter pesado y Vhes hacia uso de sus habilidades de tirador.

El sargento y Salvaje recorrieron la distancia hasta la base del parapeto agachados y lo mas rápido posible. Se apoyaron en la pared y buscaron un punto débil a la fortificación. Vhes mató a un Tau que estuvo apunto de descubrirlos, y fue lo último que hizo antes de caer tambíen.
Zareck dio su espada sierra a Salvaje y le quitó el collar de supresión, éste mostró una sonrisa y de un brinco asaltó el parapeto con un potente grito de batalla. Zareck recorrió el exterior del parapeto mientras oía alaridos y la espada sierra al cortar brazos, piernas y cabezas. En uno de las aspilleras vio a un Tau apuntando a Salvaje, antes de apretar el gatillo, su pistola bolter hizo lo propio. Aun así vio como varias ráfagas recorría el parapeto desde el otro extremo y acribillaban a Salvaje. Otro Tau se asomó por encima del parapeto para disparar al sargento cuando otra ráfaga de bolter pesado lo destripó. Cuando Zareck se volvió hacia sus hombres, que se aproximaban al asalto, vio como Tarazanus lanzaba dos certeras granadas con las que eliminaba a los últimos ocupantes del parapeto. Cogió su radio y dio la señal a la escuadra de mando y a la cuarta escuadra para que se acercaran.

Ahora solo quedaba aguantar la tormenta de disparos Tau y asaltos Kroot hasta que se dieran cuenta del verdadero ataque imperial, entonces las escuadras penales supervivientes tomarían parte en  la batalla final.

10 de julio de 2012

Falange de Ácido de Occidha (2ª Parte)


Siguiendo con la entrada anterior, con el trasfondo solía acompañar algo que lo reforzara, normalmente un relato como este:

Una escuadra de soldados de la Corporación Obrera Xared abría la marcha indicando al teniente Vegarta el camino hacia el palacio de la Eclesiarquía. La calle entera estaba en ruinas. Vegarta miró su indicador de muñeca que le reveló que el aire exterior era completamente irrespirable. De pronto un misil disparado por una ventana impactó de lleno en la oruga del TBT Chimera mientras que varios rebeldes disparaban sus láseres por las ventanas matando a varios corporativos. Los Occidhanos se pusieron a cubierto para responder al fuego enemigo. La torreta del Chimera abrió varios agujeros en la demacrada fachada pero el rebelde con lanzamisiles ya había cambiado de posición. Vegarta, apoyado en la puerta del TBT, vio que ni él ni los suyos podrían salir de sus posiciones. Cogió la radio y pidió fuego de artillería. El caos acababa de estallar, el aire estaba cargado de impactos láser que iban y venían. Otro misil cayó a medio metro de la oruga del Chimera. Vegarta colgó la radio y dio las ultimas ordenes a sus sargentos. Puso un cargador nuevo a su pistola bolter y rezó al Emperador para que le diera una señal. Y llegó. Un fuerte silbido  precedió a una potente explosión a varios metros por delante del Chimera. Una inmensa nube cubrió toda la calle y cada una de las escuadras de Occidhanos entró en cada uno de los edificios colindantes. Vegarta con su escuadra de mando y la 1ª escuadra entraron en una tienda con acceso a las escaleras del edificio. Subieron a la primer piso, la 1ª siguió subiendo. El humo se disipó y los rebeldes se pusieron a dispara a los pobre corporativos parapetados en el TBT, pero las Falanges ya no estaban allí, estaban detrás abriendo fuego y sembrado la confusión entre los rebeldes. Después de la pequeña masacre se hizo el silencio, los rebeldes se replegaron y se prepararon para el combate dentro de los malogrados edificios llenos de agujeros y muebles destartalados.
A Vegarta le recordó a sus años de joven pandillero, cuando combatía contra las bandas rivales en angostos túneles llenos de mugre y peligros. Dejó a un lado los entrañables recuerdos, podía oír los disparos procedentes del piso superior y ver las ráfagas que cruzaban las ventanas del edificio de enfrente, la 3ª escuadra estaba haciendo su trabajo. De pronto vio como un lanzamisiles caía de la planta de arriba junto con un cadáver acribillado, los corporativos empezaron a gritar de jubilo. Se apoyó al lado de un agujero practicado en la pared, se asomó disparando contra los rebeldes, sus disparos atravesaron una barricada hecha con muebles matando a un rebelde. Entonces, Malias, un hombretón de su escuadra de mando se asomó con su lanzallamas, el cuartucho se convirtió en un infierno. Habitación por habitación, la pequeña escuadra de mando fue limpiando el edificio. Agazapado en otra pared, de pronto un montón de casquillos de bolter pesado le cayeron encima por un agujero en el techo: parecía que el arma pesada de la 1ª había encontrado un buen lugar donde disparar. No llegó a asomarse por el vano de la puerta para descargar una ráfaga de pistola cuando la pared explotó en pedazos. El humo no dejaba ver nada. Actuó instintivamente cuando del nuevo agujero en la pared surgieron unos cuantos rebeldes, disparó una ráfaga mortal antes de cargar, luego bloqueó una bayoneta con su espada de energía y propinó un tiro a bocajarro al dueño de la bayoneta. El radio de su escuadra cayó con el pecho reventado. Kuzar, el viejo veterano, repartía muerte con su demacrada escopeta de combate, que según decía había cogido del cadáver de un Explorador Marine Espacial. El agujero dejó de vomitar rebeldes cuando los chicos de la 1ª, aprovechando los agujeros del techo, crearon una cortina de fuego. La lucha acabó cuando Vegarta partió en dos al ultimo rebelde como si fuese mantequilla. Su escuadra estaba ahora formada por tres hombres, el pobre Malias yacía muerto entre cuerpos de rebeldes. El resto fue sencillo, quedaban pocos rebeldes que huyeron como ratas. La emboscada había salido mala los rebeldes y ahora tenían vía libre para llegar a la Plaza del Emperador.

6 de marzo de 2012

Mi ejército del Caos (3ª parte)

Como ya dije en entradas anteriores, el trasfondo es muy importante para mí. Por esa razón suelo construir un relato o un documento que explique el porqué de ese ejército. Como el Señor del Caos es la pieza central de mi ejercito del Caos, es el protagonista de este relato que muestra su historia y la historia de la hueste de seres caóticos que le acompañan. Como el retalo es largo lo he dividido en dos partes.


El barón Jean-Pierre Leberán, señor del feudo de Diepee, en la costa norte de Couronne, estaba orgulloso de su apellido, pues sus antepasados habían repelido las invasiones bárbaras de forma heroica un centenar de veces. La Dama del Lago le bendijo con una niña que en temprana edad podía comunicarse con la Señora. Luego le bendijo con un niño robusto y sano al que llamó Jean. Pero las bendiciones se acabaron, su tercer hijo, al que llamó Émile, resultó ser un niño enclenque y enfermizo. Mientras Jean se entrenaba en el patio de armas del castillo, Émile pasaba el tiempo en su lecho curando sus enfermedades. El barón se sentía orgulloso de Jean, por que se convertiría en un gran guerrero, como él mismo, pero se preguntaba como había tenido un hijo como Émile, que era una deshonra para el apellido Leberán. Su único futuro honroso sería acabar como sirviente personal del Duque de Couronne, o un puesto similar.

Pasó el tiempo, los norses atacaron la costa y el Duque organizó una cruzada contra las costas Norsas. Émile quiso demostrar a su padre que podría estar a la altura de su hermano así que se unió a la cruzada como caballero novel, junto con Jean, en busca de su oportunidad para ser caballero. El barón regaló a Jean una armadura hecha a la medida, el mejor de sus caballos de guerra y una espada mandada forjar por el mejor herrero de Couronne, por el contrario a su hijo Émile le regaló una armadura vieja y una maza oxidada que se encontraban en la armería de castillo y un viejo y flaco jamelgo que había sido de suyo antes de heredar el feudo. El viaje fue terrible para Émile, los vaivenes de la embarcación hicieron que estuviese todo el tiempo vomitando. Al llegar a la costa formó parte de los caballeros noveles que desembarcaron, tomando una pequeña aldea costera. Su primera experiencia en combate fue dura y el primer contacto con la muerte le resultó terrible.

La aldea se convirtió en una colonia bretoniana y en la cabeza de puente para iniciar la cruzada. Mientras los campesinos y bárbaros esclavizados construían eficaces defensas, Émile contrajo otra enfermedad que le dejó en cama mientras su hermano y los demás caballeros se preparaban para continuar la cruzada hacia el norte. Sabía que en esas condiciones no podría ir con ellos y su padre seguiría burlándose de él si se llegara a enterar.

La cruzada partió de la colonia sin él, pero a la mañana siguiente lleno de ira consiguió a duras penas levantarse de la cama en busca de un lago para rezar a la dama como su madre le había enseñado desde niño. A las afueras de la colonia solo encontró un pantano de agua estancada, pero la desesperación alimentada por el odio a su padre y a su hermano hicieron que se arrodillara y rezara en busca de ayuda como nunca lo había hecho. Según iba avanzando el día sus fuerzas se iban reponiendo. Aunque su cuerpo seguía teniendo ese mal aspecto, día tras día iba mejorando hasta estar más fuerte y ser más rápido que antes. Pero el resto de caballeros que habían quedado de guarnición le rehuían o se reían de su aspecto enfermizo y demacrado. Cansado y enfadado, insultó a uno de los caballeros que lo retó a duelo. De forma espectacular a Émile le pesaba menos la maza y la armadura y los movimientos del caballero le resultaron lentos y torpes, así que ganó el duelo desarmando al caballero y dejándole con alguna costilla rota.

Después de dos semanas de la partida de la cruzada, ésta volvió derrotada y casi destruida, después de cosechar varias victorias, un gran ejercito bárbaro los derrotó y los persiguió hasta dejar a la partida en un pequeño número de caballeros. Entre los caballeros caídos estaba Jean, del que sólo habían podido recoger su espada. El ejercito bárbaro estaba fuera y se preparaba para el sitio del pueblo, pero antes de que terminaran los preparativos los bretonianos hicieron un devastadora salida. Entre ellos estaba Émile que empaló a varios enemigos antes de rompérsele la lanza y aun así siguió dando mazazos a diestro y siniestro pensando el lo orgulloso que debería sentirse su padre si le viera.

Después de que el ejercito bárbaro se disolviera, Émile volvió a casa con la espada de su hermano para dar la mala noticia a su padre y para enseñarle que se había convertido en un verdadero caballero. Pero las cosas no fueron como esperaba, su padre lloró muerte de Jean y deseaba que el que hubiese muerto fuese Émile. En casa solo encontró vació y desprecio. Émile, resentido partió en la siguiente expedición a la colonia que había montado el Duque.

Varios meses más tarde volvieron unos pocos barcos llenos de heridos y muertos. Una inmensa horda bárbara procedente de todos los puntos de la península de Norsca había llegado a las puertas de la colonia, en cuestión de una semana de sitio consiguieron hacer un ataque tan contundente que lograron entrar en el pueblo. Émile y unos pocos caballeros se quedaron mientras era evacuada la colonia. A esos heroicos caballeros se les daba por muertos.


Continuará...
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